País:
Canadá
Actores: Robert
Pattinson, Sarah Gadon, Paul Giamatti, Samantha Morton, Juliette Binoche, Kevin Durand, Emily Hampshire, Patricia McKenzie, Mathieu Amalric, Jay Baruchel, Abdul Ayoola, Gouchy
Boy, George Touliatos, Philip Nozuka, K'Naan
Año:
2012
Duración: 108'
Critico: Serdna
Calificación:
/5
Después de pasar por Cannes (sin pena ni
gloria), la última película del director canadiense David Cronenberg llega a
nuestras salas este fin de semana.
Cronenberg es sin duda una de las figuras más
interesantes del cine contemporáneo. Comenzó a destacar ya a finales de los 70
dentro del género de terror. Su cine, sin embargo, siempre ha sido bastante
inclasificable. Difícilmente podríamos ver ‘La mosca’ o ‘Videodrome’ como
simples cintas de terror gore ochenteras. En ellas hay una angustia y un horror muy
inusual en este tipo de cine, que roza casi lo kafkiano. Poro a poco,
Cronenberg se fue alejando del género de terror, aunque siempre dentro de una
atmósfera inquietante y opresiva, rozando lo sobrenatural, como es el caso de ‘Inseparables’
o ‘Crash’ (ojo con esta marcianada sobre gente que se excita con accidentes de
coche, no confundir con el oscarizado drama de Paul Haggis). Sólo en la última,
con cintas como ‘Promesas del este’ o la reciente ‘Un método peligroso’ década
llegó a alejarse completamente del género… aparentemente.
Y es que, independientemente del género en
que se mueva, hay una serie de constantes en todo el cine de Cronenberg. A
parte del pesimismo, la angustia y el gusto por lo explícito (tanto en
violencia como en sexo) su cine se caracteriza por un tema central: la
degeneración. Tema que es explorado por Cronenberg a distintos niveles. Desde
la degeneración física del protagonista de ‘La mosca’ hasta la degeneración
psicológica de los gemelos de ‘Inseparables’, pasando por la degeneración
moral, especialmente presente en sus últimos filmes.
Su última película, ‘Cosmópolis’, es una
adaptación de la novela homónima del escritor estadounidense Don DeLillo, uno
de los popes del posmodernismo (término tan cuestionado hoy en día por los
propios hipsters entre quienes hace un par de década causaba furor).
La premisa es sencilla, Eric Packer (Robert
Pattinson), un joven y rico empresario, atraviesa Nueva York en su limusina para
llegar a una peluquería en la otra punta de la ciudad, con toda la ciudad
paralizada por la visita del presidente, todo ello envuelto en un clima
decadente y pre-apocalíptico. Aunque la novela fue publicada en 2003, la
historia tiene a día de hoy mucha más vigencia. El viaje en limusina del
protagonista, interpretado por Pattinson, sirve de excusa para desarrollar una
crítica hacia la sociedad capitalista, presentada como degenerada y decadente.
La película tiene una estructura estrictamente
episódica, más propia de la literatura que del cine, basada principalmente en
los diálogos. Durante la primera mitad, vemos al protagonista interactuando con
diferentes personajes que se cruzan en su camino. A través de sus diálogos, nos
asomamos a una sociedad aparentemente multicultural, pero vacía; hedonista,
pero alienada; desigual y en proceso de cambio, aunque no queda muy claro hacia
donde; con oleadas de protestas, aunque tampoco queda claro contra quién. Con
un sistema económico que parece servirse a sólo a sí mismo. En definitiva, una
sociedad, con tintes milenaristas, que se parece demasiado a la nuestra.
La confusión es una constante durante toda
la película, el mundo que rodea al personaje de Pattinson parece ir perdiendo
todo su sentido progresivamente, hasta degenerar finalmente en una pesadilla surrealista (con un deliciosamente histriónico Paul Giamatti) . Por
supuesto, en este terreno Cronenberg se mueve como pez en el agua, y se nota
que disfruta recreándose en los aspectos más grotescos, que se van acentuando a
medida que avanza la historia.
A pesar de sus aciertos, la película resulta
irregular. Tal vez sea por su estructura episódica o porque la atmósfera no
llega ser todo lo opresiva que debería. Pero tiene algunos diálogos realmente
potentes y lúcidos, a los cuales el reparto saca bastante partido, empezando
por Robert Pattinson, en una interpretación que sin duda sorprenderá a muchos.
El final es tan delirante como críptico y le
falta tal vez algo de fuerza. El viaje de Eric en ningún momento llega a ser el
descenso a los infiernos que debería ser. La sátira social a veces funciona y a
veces no, tal vez por ser demasiado caricaturesca y obvia.
En resumen, está lejos de ser redonda y
resulta algo fallida, sobre todo si la comparamos el anterior trabajo de
Cronenberg, ‘Un método peligroso’, una película emocionante y sobria, aunque no
por ello convencional. Tal vez la vuelta a lo excesivo y lo grotesco haya sido
demasiado brusca. En cualquier caso, nos queda una película extraña, por
momentos muy lúcida y por momentos incalificable, que sin ser lo mejor de su
director, deja momentos para el recuerdo. Aunque en conjunto, resulta irregular y fría.
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