Director: Sam Mendes
País: EEUU
Actores: Daniel Craig, Judi Dench, Javier Bardem, Ralph Fiennes, Naomie Harris, Bérénice Marlohe, Albert Finney, Ben Whishaw, Rory Kinnear, Ola Rapace, HelenMcCrory
Año: 2012
Duración: 143'
Critico: Serdna
Calificación:
Mañana llega a
nuestras salas ‘Skyfall’, la última película de la interminable saga del agente
007.
Las aventuras de
este personaje, creado por el novelista Ian Fleming, llegaron por primera vez a
la gran pantalla hace exactamente 50 años. Lo que empezó siendo una historia de
intrigas algo psicodélicas en el marco de la Guerra Fría y con referencias a
Hitchcock se acabó convirtiendo en una de las sagas más longevas de la Historia del cine y en
toda una máquina de hacer dinero. Este despreocupado agente con licencia para
matar ha conseguido llenar salas a lo largo de medio siglo, cosechando
seguidores y detractores casi a partes iguales.
Los tiempos han
cambiado, tanto el contexto como la moda ya no son los mismos que hace 50 años,
de modo que a este mismo personaje le hemos visto cambiar de rostro y de estilo
a lo largo de las décadas. Después del elegante y sesentero de Connery (remedo
de Cary Grant) vino el de Roger Moore (al pobre Lazenby lo omitimos), el más
hortera y autoparódico de todos, como no podía ser de otra manera en los 70. Atención
a sus últimas películas, sólo faltaba que los Bee Gees fuesen los malos de
alguna de ellas (oh, esperad, eso ya pasó en 'Superman 2'). Después vinieron los 80 y con ellos el Bond de Dalton, más sucio y violento que
los anteriores, que pretendía adaptarse al cine de acción aquella década,
convirtiéndose en una especie de Sonny Crockett (‘Corrupción en Miami’) británico.
Y más tarde, en fin, el Bond de Pierce Brosnan que… bueno, no me preguntéis por
sus influencias, ni idea sobre de dónde pudo salir el coche invisible o el
norcoreano con transplante de ADN.
Antes de seguir, tal vez debería aclarar que no soy fan de 007. James
Bond me parece que es como el carlismo, algo que en su momento pudo tener
sentido pero que se ha ido alargando hasta convertirse en algo anacrónico y que
en su esfuerzo por adaptarse a los nuevos tiempos, no ha conseguido sino perder
su esencia. Desde hace ya tiempo, el personaje me parece que no es más que un
hombre anuncio. Un personaje que pretende ser irresistiblemente atractivo y que
parece estar diciendo constantemente al espectador “Quieres ser como yo, tienes
que ser como yo, compra mi traje, compra mi coche, compra mi reloj, ¡compra,
compra, compra!”. Pues lo siento por los fans más fetichistas, pero a mí en líneas
generales me parece un personaje irritante. Mi Bond favorito siempre ha sido
Roger Moore, sí, Moore, precisamente porque es el más chorra, el más hortera y parece
reírse de sí mismo.
Por todo esto, me gustó bastante ‘Casino Royale’, la primera película
del Bond de los 00, Daniel Craig. Básicamente era un intento de partir desde
cero con una saga que parecía estar ya al borde del agotamiento, y de paso
humanizar y desmitificar al personaje. Reconozco que esa moda que impera en el
cine comercial del nuevo siglo de intentar que todo sea muy serio, muy oscuro y
muy trascendental cansa bastante. Como todo, a veces funciona y a veces es pura
impostura (como en el caso de esos piratas del Caribe tan serios y tan
trascendentales ellos, que si no salvan el mundo y cumplen profecías dos veces
al día, por lo menos, no se quedan tranquilos). En el caso del nuevo, James
Bond, en mi opinión, funcionó. Impagable ese momento en que Craig se acerca a
la barra del bar, pide un Martini con vodka y ante la pregunta del camarero
sobre si lo quiere agitado o mezclado, responde con un “¿Tengo cara de que me
importe?”. Por supuesto, los más fetichistas de la saga se tiraron de los
pelos.
Después de ‘Casino Royale’, hubo una secuela sosa que pasó sin mucha
pena ni gloria, ‘Quantium of Solace’. Tenía algunos aciertos, como el hecho de
continuar con el argumento de la primera entrega, dándole así a la saga una
continuidad que desde los tiempos de Connery brillaba por su ausencia. Pero un
guión más bien débil y una trama rutinaria jugaron en su contra.
Ahora se estrena ‘Skyfall’, tercera entrega protagonizada por Craig y
esta vez dirigida por Sam Mendes, director de ‘American Beauty’ y ‘Camino a la
perdición’. Se estrena justamente en el 50º aniversario de la saga, y sin duda
será una película que marcará un hito dentro de la franquicia. Bajo la dirección
competente y elegante de Mendes, la película se convierte en una especie de
homenaje a toda la saga, con unos cuantos guiños a anteriores etapas de la
saga, pero sin llegar a resultar forzados.
Con sus casi dos horas y media de metraje, ‘Skyfall’ es una montaña rusa
divertidísima que podríamos dividir en dos partes: Antes de Javier Bardem y
después de Javier Bardem. Porque el actor patrio es el nuevo fichaje de esta
entrega y, señoras y señores, es lo mejor de la película. Su villano
estrafalario y delirante, en la línea de los malos excéntricos etapas anteriores,
pero en mi opinión, mucho más autoconsciente, se hace esperar, pero cuando
aparece, se convierte en la estrella de la película. No quiero revelaros nada,
pero para que os hagáis una idea de lo grotesco que resulta el personaje, os he
hecho un esquema:
Como ha pasado siempre con esta saga, toda película es hija de su tiempo
y recibe muchas influencias de las modas del momento. En este caso, si hubiese
que rastrear las referencias de ‘Skyfall’, afirmaría sin duda que es heredera
casi directa de la trilogía de Batman de Christopher Nolan.
Después de la
decepción de ‘Quantum of Solace’, esta tercera entrega rompe con la continuidad
de las dos anteriores y cuenta una historia nueva, en la cual Bond deberá
enfrentarse a un misterioso personaje que busca vengarse de M (de nuevo Judi
Dench) y todo el MI6. La primera mitad de la película es una elegante aventura
de espionaje, con los habituales escenarios exóticos de la saga, como Estambul,
Hong Kong o Macao. La segunda mitad, es puro espectáculo. Con un Javier Bardem
convertido en una desquiciada y amanerada máquina de matar sembrando el caos en
Londres. Y para terminar, uno de los clímax más atípicos de toda la saga,
buceando en los orígenes de James Bond (a quien convierten en natural de
Escocia, como guiño a Sean Connery), dando bastante protagonismo al personaje
de Judi Dench, a modo de despedida, pues la veterana actriz abandona la saga tras
esta entrega. Y con una traca final a medio camino entre ‘La jungla de cristal’
y ‘Solo en casa’.
En definitiva, una
película de acción extravagante y divertida, lo suficiente como para gustar a
aquellos que no sean demasiado aficionados al personaje, pero al mismo tiempo
cargada de guiños y referencia a anteriores entregas, que seguramente disfrutarán
los más fieles. Todo ello demuestra que con un buen guión, alguien competente
tras la cámara y un reparto como éste, no importa lo sobado que esté el
personaje.
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