Director: Danny Boyle
País: Reino Unido
Actores: James McAvoy, Vincent Cassel, Rosario Dawson, Tuppence Middleton, Danny Sapani, Wahab Sheikh, Lee Nicholas Harris, Ben Cura, Gioacchino Jim Cuffaro, Hamza Jeetooa
Año: 2013
Duración: 101'
Crítico colaborador: Mary
Boyle y sus enredos mentales
Todos
los amantes de títulos que tratan la psique están de enhorabuena.
Ahora le toca a Danny Boyle adentrarse en nuestra mente. Y con una de
esas películas que es mejor decir lo justo y callar lo necesario.
Recuerda algunas veces a Memento
(2000), en otras a Eternal
Sunshine of the Spothless Mind (2004),
y sobre todo, a Origen (2010),
pero con menos aires de blockbuster que la protagonizada por Leonardo
Di Caprio.
En
pleno robo de una obra de arte, Simon (James
McAvoy), el cómplice de la
banda criminal, recibe un golpe y pierde la memoria. Tras comprobar
que no recuerda donde ha escondido la pieza, Frank (Vincent
Cassel), el jefe del grupo,
decide que asista a sesiones de hipnoterapia con la doctora Elizabeth
Banks (Rosario Dawson).
El
realizador de Manchester recoge una historia ya filmada en telefilm
en el 2001, con la que apuesta con el uso de los giros, con los que
en ciertos momentos se excede con varias vueltas de tuerca. Aun así,
sorprende, engaña y fascina a un espectador gracias al guion, que a
medida que transcurre la historia pierde credibilidad. No deslumbra
pero sí entretiene.
El
caramelo viene con sabor, pero el envoltorio se hace más rico,
gracias a la fotografía y los tintes de acción, con tanto coche y
persecución, aunque estos sean más propios de superproducción
hollywoodiense.
El
trío elegido es de diez; hacen personalidades herméticas y oscuras
para su respectivo personaje. El camaleónico McAvoy se desenvuelve
bien en la piel de hombres atormentados. Dawson aporta feminidad y
dureza en partes iguales. Y Cassel, que con esas facciones será
difícil viéndole hacer de bueno, no defrauda viéndolo una vez más
como un tipo carente de escrúpulos.
En
un primer momento se pensó en Angelina Jolie y Michael Fassbender
para los papeles de la terapeuta y el gánster. Esa versión no
hubiera perdido calidad, sin duda, pero con los rostros de la actriz
de Sin City y el intérprete galo, el filme se apoya en matices más
salvaje.
La
puesta en escena está a la altura, y por encima de los efectos
especiales -muy buenos, por cierto-, se mantiene la fotografía de
primera, como siempre en la filmografía de Boyle, que enfatiza el
misterio que el argumento quiere dar: Colores muy saturados, toques
de cine noir
y un buen ritmo en el montaje final consiguen un estilo frenético y
con personalidad, algo muy difícil cuando hay de por medio mucha
posproducción para hilar persecuciones y robos.
Y
por supuesto, hay que hacer mención a la banda sonora, otro de los
sellos distintivos de Mister Boyle; aquí casi todas las piezas las
ha compuesto Rick Smith, que se compenetran a la perfección con la
imagen, al igual que Moving on up
o The
Day de Moby.
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