Título: Philomena
Título original: Philomena
Director: Stephen Frears
País: Reino Unido
Actores: Judi Dench, Steve Coogan, Charlie Murphy, Simone Lahbib, Anna Maxwell Martin, Neve Gachev, Sophie Kennedy Clark, Charlotte Rickard, Nichola Fynn
Año: 2013
Duración: 98'
Critico Colaborador: Mary
Calificación:
¡Malditas bastardas religiosas!
Sin duda el cine patrio padece de demasiados –e injustos- clichés. Poco a poco se despoja de todas esas ideas preconcebidas que hace que la gran masa se aleje de cualquier título manufacturado dentro del país. Ahora bien, también hay que reconocerle sus taras; la industria española apuesta por lo seguro –que se entiende en estos tiempos que corren- y prefieren producir para la pequeña pantalla. Y si son argumentos basados en hechos reales, se asegura una audiencia alta entre semana.
¿Por qué hablo de esto? porque el caso de Sor María está aún candente en nuestra sociedad. “Hermanas” de esta calaña ha habido desgraciadamente para aburrir, y tan turbios hechos podrían dar para más de un drama de ficción. Por eso, lo que en España se ha quedado para una serie de televisión comercialona, en Reino Unido ha dado para un largometraje de alta calidad: Philomena, que bien puede llevar el subtítulo de “niños robados”.
Como bien sentencia el personaje de Martin (Steve Coogan), curioso es el mensaje que manda Dios sobre los católicos, “ofreciendo el don de la sexualidad sobre los humanos, si luego les prohíbe disfrutar de él. ¿Qué es esto? ¿Una prueba de su magnificencia?”
Puede ser, porque en los años cincuenta, en la católica Irlanda, si una ignorante chiquilla de 16 años cometía el “aberrante” acto de copular con un chico y quedarse embarazada, estaría estigmatizada toda su vida. Porque el fruto de su vientre iría a parar a manos más políticamente correctas. Mientras, esa pobre adolescente se quedaría al cuidado de las monjas, las cuales se ocuparán de forzarla a los trabajos más horrendos (así limpiará un poco más su alma); a cambio pasarían un poco de tiempo con sus hijos, hasta que se efectuaba la susodicha y turbia adopción. Y una solventado el problema, las eclesiásticas tendrían un reembolso económico, la pareja un ansiado retoño y la supuesta pecadora cumpliría una condena de… toda una vida.
Stephen Frears firma esta odisea personal llevada a cabo por una mujer mayor que necesita respuestas después de un sufrimiento padecido desde que le arrebataron a su hijo. La historia se basa en un hecho real: Philomena Lee existió, como muchas otras madres, y partió con un periodista venido a menos hacia los Estados Unidos para descubrir que había sido de su pequeño.
Judi Dench y Steve Coogan comparten esta historia agridulce y la trabajan a la perfección. A sus 79 años, Dench sigue estando más en forma que muchos jovenzuelos, ¡Qué gran saber estar! Con ella es cierto esa frase de consolación de “No necesita el Oscar que no le hace falta” –y no porque ya tenga uno-, pero es increíble todo lo que transmite con su voz, su mirada,… Personifica el amor de madre igual de bien que transmitía la frialdad propia de la jefa del agente 007, una mujer apática, al igual que en sus ocho minutos como reina Isabel I de Inglaterra en Shakespeare enamorado. Mucho se ha hablado de los actores de este año, quizá porque Cate Blanchett es la favorita dentro de las féminas, pero nada está escrito, y la veterana se puede adelantar. Su Philomena desprende positividad en cada minuto de metraje, algo que llama más la atención debido a su dura situación.
Lo mismo sucede con Steve Coogan, que da vida a un sarcástico periodista inglés que de la noche a la mañana se ve envuelto en una investigación sobre niños robados en Irlanda. El actor también firma el guion magistral junto a Jeff Pope, y basado en el libro de Martin Sixmith, el verdadero cronista y escritor que cruzó el charco con la irlandesa en busca de respuestas.
El cinismo de Martin combina con el cariño de la anciana igual de bien que se mezcla la comedia y el drama, eso mientras se pone en tela de juicio las actividades de la Iglesia. Las lágrimas pueden asomar sin que uno se lo espere, incluso en el público más recio. Frears toca la vena sensible al espectador porque este hecho y sus consecuencias son de lo más conmovedor (nadie es de piedra ante tal percal), y gracias a la banda sonora alcanza la puntería suficiente para llegar al corazón. Sin ser cursi, consigue los efectos del drama al uso.
La juerga desenfrenada, la justicias sociales, el romance imposible, las aventuras de piratas u odiseas espaciales ya tenían su sitio dentro de los Oscar, pero todavía quedaba un título que hablase de la familia, y ahí está Philo, una madre coraje, para cubrirlo.
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