Una vida en tres días

Título: Una vida en tres días
Título original: Labor day
Director: Jason Reitman
País: USA
Actores: Kate Winslet, Josh Brolin, Gattlin Griffith, Tobey Maguire, James Van Der Beek, Clark Gregg, Maika Monroe
Año: 2013
Duración: 111'
Critico Colaborador: Mary

Calificación:

Romanticismo a contrarreloj

Una madre trastocada por el abandono de su marido sobrevive con su hijo en un pueblo. Un día se cruzan con un fugitivo que les pide refugio en su casa. Sus vidas cambiarán.
Un hombre privado de libertad, una mujer presa en ella misma,… Estaban destinados a necesitarse el uno al otro. Todo visto desde la perspectiva de un chaval que es testigo del surgimiento de esta pasión.

Labor day, su título original, enseña una cara muy almibarada del amor. Y nunca mejor dicho, porque aquí hay tarta de melocotón, y en una estampa que recuerda de lejos a la de Ghost con la arcilla –sin duda hacer manitas da mucho juego en esto de transmitir emociones-.

La historia sucede en un verano de los ochenta, en la América profunda, donde los bellos parajes amparan pueblos en los se puede mascar el tedio -y que en muchos momentos el espectador se contagia-. Y qué decir de la canícula, que vierte más pesadumbre ante esos ciento diez minutos que constituyen el largometraje.

Si no fuera por Kate Winslet y Josh Brolin, esto se iría al traste en la mitad del metraje. A la pareja les sienta como un guante sus respectivos roles. Trabajando justos se descubre que hacen muy buena pareja. La inglesa se atreve con cualquier papel que le den, y el de mujer problemática lo borda, sea cual sea al mal que sufre el determinado personaje. La angustia es su fuerte, y con Adele se queda sola desplegando caretos de malestar. Y Brolin encaja muy bien representar a un chico duro que en su interior aguarda su corazoncito. Él es un deudor de la justicia que ya quisieran conquistarlo más de una ama de casa: un manitas muy a la americana que lo mismo cocina o bien arregla el coche, hace alguna chapucilla por el hogar,… muy apañado el tipo, sí señor.


Y sorprende gratamente Gattlin Griffith, un chaval al que se le augura un futuro prometedor como actor. La voz de Tobey Maguire será la que se encargue de narrar este enamoramiento encasillado en el apartado de “relaciones imposibles”.

Hasta aquí todo funciona, los actores no son ni mucho menos el mal, ni la misiva que enarbolan. El séptimo arte ya ha dado muestras de que en tres días pueden emerger pasiones emblemáticas (y si no recordad lo que llorasteis todos con Los puentes de Madison).

Jason Reitman tenía todos los ingredientes para preparar una historia que apuntara directa a nuestros corazones y sin embargo se tropieza en más de una ocasión. ¿Qué es entonces lo que ha fallado? Posiblemente el culpable sea un guion que no tiene mucho fuelle, que deja cosas abiertas y que dibuja las otras de forma poco creíble. Por ejemplo, hay una segunda trama, la de Henry con su amiga especial que no llega a tener chispa alguna con el espectador. Ni tampoco los reiterados flashbacks, que cansan.

Menos mal que el asunto recoge fuerza a la mitad de la cinta. Un desenlace donde se consigue casi palpar la tensión que supone la ausencia de salida. Eso sí que está bien rematado, porque el espectador se angustia con el cúmulo de situaciones adversas al trío protagonista.

Reitman ha llevado a cabo proyectos muy suculentos, ahí están las piezas más que encumbradas Juno, o Up in the air. Espera, ¿Sí? Entonces, ¿Qué le ha pasado al realizador? Tanta ansia de expresar sentimiento con el silencio y lentitud es un arma de doble filo: hay que saber cómo manejarlos, porque si no el producto es este, una historia que cojea.

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Sección: Cine, Colabora, Criticas, Preestrenos