Título: El Corredor del Laberinto
Título original: The Maze Runner
Director: Wes Ball
País: USA
Actores: Dylan O'Brien, Thomas Brodie-Sangster, Kaya Scodelario, Will Poulter, Ki Hong Lee, Blake Cooper, Aml Ameen, Jacob Latimore
Año: 2014
Duración: 110'
Crítico: Lord Serdna
Valoración
El mundo contemporáneo
es un lugar cada vez más angustioso y desapacible. Tres son las
grandes lacras que ahora mismo más miedo dan cada vez que echamos un
vistazo a las noticias: el ébola, el Estado Islámico y las
adaptaciones de best-sellers juveniles.
Y es que la película que
ahora nos ocupa es la enésima adaptación de una saga literaria para
adolescentes, en este caso de una saga menor. Como es habitual en
este tipo de productos, su autor ha tomado unos cuantos manidos
referentes de la cultura popular y los ha utilizado como marco para
la historia fotocopiada de siempre de
“joven-tiene-que-encontrar-su-camino-madurar-y-de-paso-tratar-de-zumbarse-a-la-morenita-de-turno”.
Esos referentes, en realidad son lo de menos. Puede ser un mundo
mágico con escobas voladoras y varitas mágicas, un mundo con
vampiros y hombre lobo o una distopía futurista. En este caso, el
autor de esta saga (cuyo nombre, por cierto, ni siquiera me voy a
molestar en googlear), cuya primera entrega se publicó en 2009, opta
por lo fácil y crea un universo similar al de Los juegos del
hambre, de la cual ésta parece ser una saga bastarda.
La trama comienza con un
joven que aparece, amnésico, en una pradera rodeada por un enorme
laberinto en cuyo interior parecen esconderse unas criaturas
hostiles. Él no sabe cómo ha llegado allí, pero en su situación
hay decenas de jóvenes más, todos varones que como él aparecieron
en ese lugar sin saber nada más (Sólo conservan algunos difusos
recuerdos que involucran a una misteriosa compañía científica que
recuerda sospechosamente a la Corporación Umbrella). En esa pradera
(que ellos llaman “el Claro”) se ha organizado una sociedad
jerarquizada y a veces brutal donde la prioridad es sobrevivir. El
referente más obvio, en este caso, es El señor de las moscas,
aunque pasado por el colador de Perdidos. Igual que en aquella
serie, los personajes se ven atrapados en un lugar muy misterioso,
cuyos enigmas apenas son aclarados torpemente a lo largo de la
historia.
En la sociedad que forman
estos chicos del Claro, hay diferentes grupitos, cada uno con una
función específica (médicos, constructores…). Éste es otro
rasgo de las sagas juveniles, las pandillitas. Gryffindor y
Slytherin, vampiros y hombres lobo, el Capitolio y el Distrito 12...
El equipo de las animadoras y el grupo de los empollones. No
olvidemos que al, fin y al cabo, estas sagas no dejan de ser
versiones sofisticadas de las pelis de instituto. Aquí, de los
diferentes grupitos del Claro, el más guay de todos es el de los
corredores, que son los más fuertes y rápidos y se encargan de
explorar el laberinto, cuyas puertas se abren de día y se cierran de
noche, tratando de encontrar una salida. No hace falta decir que el
protagonista acabará formando parte de este grupo. Tampoco hace
falta decir que entre sus compañeros encontramos todos los
estereotipos posibles del cine juvenil: el colega, el amigo gordito,
el líder, el capullo que tiene manía al protagonista, y por
supuesto, la chica. Porque sí, aunque ya hemos dicho que son todos
varones, de repente aparece también una chica. ¿Por qué? Porque
sí. Y las puertas del laberinto, que se abren por el día y se
cierran por la noche, de repente dejan de hacerlo. ¿Por qué? Porque
sí. Bueno, imaginamos que no será porque sí, pero la explicación
la encontraremos en las infinitas secuelas (se supone que esta saga
es una trilogía con su correspondiente precuela). Sin embargo,
conscientes de que adaptaban una saga menor, los responsables de la
película parece ser que han tomado elementos de las novelas
siguientes para darle una estructura lo más autoconclusiva posible,
pues seguramente no vayamos a ver más secuelas cinematográficas,
como ha pasado con otras adaptaciones de sagas menores, como la
infumable Eragon.
Antes de acudir al pase,
pensaba hacer más mofa de esta película, que sólo con ver el
trailer ya echaba para atrás. Sin embargo, es todo tan soso, tan
previsible y tan visto, que ni siquiera da para eso. La trama avanza
de forma atropellada y aunque pasan muchas cosas, en ningún momento
se aprecia tensión o interés. La dirección es correcta pero
impersonal. Su director parece ser que no tiene experiencia previa
salvo por unos cortos de animación de no más de diez minutos.
Mención aparte merece el
desenlace y la explicación final sobre porqué estos chavales acaban
en el laberinto. Posiblemente la peor excusa para que haya película
que he visto en años.
Como puntos positivos,
apenas se me ocurre destacar tres cosas. Por un lado, como ya hemos
señalado, se agradece que dentro de lo que cabe sea relativamente
autoconclusiva y que el espectador salga con la sensación de haber
visto una película y no el capítulo de una serie de TV demasiado
largo, como suele ocurrir con las adaptaciones de este tipo de
novelas. Se nota la experiencia de su director en la animación, pues
aunque estamos ante un producto menor, el diseño del laberinto es
bastante elaborado. Y la actriz es guapa, aunque tiene la madera
interpretativa de Kristen Stewart, como la mayoría de sus compañeros
masculinos, que apenas muestran expresividad aunque estén atrapados
en un laberinto, luchando contra monstruos o peleándose entre sí.
Película de autobús.
Próximamente en su viaje Madrid-Tordesillas.