Título: Magia a la luz de la luna
Título original: Magic at the moonlight
Director: Woody Allen
País: USA
Actores: Emma Stone, Colin Firth, Marcia Gay Harden, Jacki Weaver, Eileen Atkins, Simon McBurney, Hamish Linklater, Erica Leerhsen, Jeremy Shamos, Antonia Clarke, Natasha Andrews, Valérie Beaulieu, Peter Wollasch, Jürgen Zwingel, Wolfgang Pissors, Sébastien Siroux, Catherine McCormack
Año: 2014
Duración: 97'
Crítico Colaborador: MaryValoración
Magia a la luz de la
luna: El hechizo de Allen
Woody Allen vuelve con una película de época, algo que no es
tan representativo en su filmografía. Hace ya quince años viajó a los años 30
con Acordes y desacuerdos, antes lo
había hecho con La rosa púrpura del Cairo. Y hace tres viajó, sólo en
parte, a los años veinte a París con la original Medianoche en París. Esa coordenada de espacio tiempo le debió
gustar, porque ahora regresa a la Francia (a la Riviera francesa) de aquella
feliz y bella década.
El discurso de Magia a
la luz de la luna está en su línea. El realizador sigue tocando sus temas
de siempre y con las asiduas y jocosas conversaciones, pero sin ahondar
profundamente. Otro autor hubiera tocado el tema de la cinta –la ilusión- más
profundamente. Pero así es el neoyorkino, que prefiere retratar sus neuras, sus
miedos y sus suposiciones en la gran pantalla con humor.
Los instrumentos que usa son cruciales: el guion y una buena
dirección de actores. Allen saca muy bien el jugo a los actores de calidad.
Bien se demostró el pasado marzo cuando Cate Blanchett se alzó con el Oscar a
mejor actriz por Blue Jasmine.
Ahora el protagonista es masculino, y como lleva ya tiempo
haciendo, deja el rol principal a otro: a Owen Wilson o Kenneth Brannag entre
otros ya les tocó aturdirse en las anteriores tramas. Ahora Allen deposita sus
neuras, sus escepticismos y sus inseguridades en Colin Firth.
Qué gusto da ver al actor británico en un guion que hace
juego con el talento del inglés. Tras las obras menores de Un largo viaje, Condenados
o Un plan perfecto, este papel le
deja explayar al cien por cien su capacidad interpretativa. Ahora es un mago
que habla del espiritualismo desde la razón, con modales pero misántropo. Le da
pie Emma Stone y está a la altura;
el rol de americana pizpireta es de su talla, como el maravilloso y envidiable
vestuario que muestra en cada toma. Ella le aporta el toque de sofisticación e
intelecto necesario para no ser tan florero (los guiones del director no han
sido precisamente adalid de la igualdad).
A la pareja le rodea un elenco de actores de alta calidad
como Eileen Atkins Jacki Weaver, Marcia Gay Harden, Simon McBurney. Allen escoge bien a sus secundarios para que
bailen al son del guion y la historia.
Ellos ayudaran a que el argumento se lleve a cabo. En este caso, es la
evolución de Stlanley (Firth), el mago recto e impasible deje a un lado su
ironía y las teorías de Nietzsche y que, con ayuda de Sophie (Stone), la
supuesta médium, mire al cielo de vez
en cuando. Esa es la metáfora tratada en el guion, las ilusiones se ve en la
evolución de Stanley según conoce a la chica.
El director mantiene un guion muy notable haciendo uso de
buenos trucos para que el embrujo del espectador sea constante en la hora y
media de metraje: la dirección de fotografía, que lo tiene fácil ante el
cautivador entorno, la dirección artística y el vestuario (claro que los años
veinte en cine es una apuesta a caballo ganador).
No es pomposo sino elegante, siguiendo la estela del cineasta.
La magia es modesta, cierto, pero la estratagema del mago es
aceptable. El discurso es agradable y la puesta en escena sabe jugar
tímidamente con la credulidad del público cual espectáculo de ilusionista. Sus
dos actores son muy dispares, pero ambos mantienen la chispa viva, quizá por
ser polos tan opuestos. No es sobresaliente, pero sí es digna.