Perdiendo el norte









Título: Perdiendo el norte
Título original: Perdiendo el norte
Director: Nacho G. Velilla
País: España
Actores: Blanca Suárez, Julián López, Yon González, José Sacristán, Miki Esparbé, Úrsula Corberó, Malena Alterio, Javier Cámara, Carmen Machi, Alberto Chicote, Arturo Valls
Año: 2015
Duración: 102'
Crítico colaborador: Mary

Calificación:


Perdiendo el Norte: Oda a la generación perdida

“Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra…” Nacho García Velilla ha contado con una versión de la canción de Cecilia que ahora versionan Kiko Veneno y Rozalén. La nueva posee el mismo sentimiento pero con aires más movidos par a acompañar esta aventura de dos chavales españoles muy de hoy en día en busca de oportunidades.

Los dos actores protagonistas, Yon González y Julián López son una pareja de lo más bien avenida: Ellos son respectivamente Hugo y Braulio, el uno, un chulillo con ansias de comerse el mundo. El otro más buenazo, más conformista… Juntos emprenden la aventura de volar a Alemania y… Habrá amor odio con la chica que sufre mal de amores con uno de ellos… ¿Spoiler? No lo creo.

Pero lo importante es el meollo. ¿Qué hacen estos chicos en Berlín? Pues ir a ganarse la vida, que aquí no hay oportunidades…. Sí, es un cuento que nos sabemos por desgracia y que hemos visto en los telediarios. Pero se encuentran con una gran traba: el idioma, lo que les lleva a ponerse a trabajar en un kebab (Que más bien parece una terraza hispter de Malasaña).

El casting es de lujo y queda que ni pintado: Javier Cámara y Carmen Machi son unos padres de clase media con pretensiones con ojos para su retoño. Úrsula Corberó es la prometida perfecta de Hugo. Blanca Suárez como chica que ya emigró y que ningún pipiolo le va a cantar las cuarenta (ella se las cantará al que se ponga en su camino) Y José Sacristán es el emigrante de los sesenta que ha echado raíces en tierras germanas (y que él mismo es un homenaje a esa cinta llamada Vente a Alemania, Pepe).

La historia es sencillita y ayuda a pasar un rato agradable. Cierto es que posee ciertos momentos de risa y que todo el elenco resulta simpático al espectador. Pero claro, los Ocho apellidos vascos están muy recientes, y eso de sorprender al personal lo ha puesto un poco más difícil para encandilar.
Los personajes son totalmente arquetípicos: el chulo, el gracioso, el viejo cascarrabias, el fumeta, etc… Aun así, no quita que den toquecitos cómicos y que amenicen una tarde. Y otro punto a su favor: Para todos los públicos.
Y sí, un final digno de Hollywood, pero pasado por España (que se nos quite el complejo y que vean que sabemos hacer finales dignos de comedia).

Parte crítica no le falta: Fiel espejo de la realidad y como mejor lo hacemos: con humor socarrón ibérico, del bueno… Mejor observar así los recortes, la emigración, el reencuentro de familias, las ganas de aparentar, los desahucios,… Pero lo dicho, humor que no falte, que ahí sí que damos mil vueltas a la Merkel y a su frío país.

España va bien, mal, regular, fatal, genial, ¡Da igual! España va con sus risas, sus cañas y su jolgorio, y prueba de ello es esta comedia.




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