Titulo: El otro lado de la puerta
Director: Johannes Roberts
País: UK
Actores: Sarah Wayne Callies, Jeremy Sisto, Suchitra Pillai, Javier Botet, Sofia Rosinsky, Jax Malcolm, Logan Creran
Año: 2016
Crítico Colaborador: J.J Bonal
“A menudo, el camino hacia la condenación
del infierno está lleno de buenas intenciones”
Si tuviera que resumir en una sola frase el argumento de la nueva película de Johannes Roberts, probablemente esa sería la más acertada. El director británico nos trae en esta ocasión una película de terror indo-británica donde una pareja recientemente casada tiene que convivir con el hecho de la pérdida de Oliver, uno de sus hijos. Desesperada y al borde del suicidio, la madre (Sarah Wayne Callies) decidirá poner en práctica un consejo desesperado de la canguro de la niña: Acudir a un templo perdido en medio de la selva, y allí, mediante el ritual correcto y unas normas muy específicas, contactar con el alma de su difunto hijo. Pero algo sale mal, pues la mujer rompe la regla de oro del lugar, desencadenando así una serie de hechos, en principio inofensivos, pero posteriormente terribles.
No esperaba gran cosa de la película,
en general en los últimos años el cine de terror se resume en
escenas con ruidos de golpes y sustos pasajeros, aderezadas con una
buena cantidad de casquería surtida, un par de cubos de sangre y, si
acaso, algún que otro fantasma de un CGI tan cantoso que haría a
Ray Harryhausen revolverse en su tumba. Por supuesto, cualquier
escena siempre a oscuras y con una música tan obvia que hace a la
propia escena tan predecible como sosa. Bien, pues me supuso una gran
alegría comprobar, como aficionado al género de terror, que en esta
ocasión, se ha sabido hacer una película correcta. No es la mejor
que he visto (superar a clásicos como El Exorcista está difícil),
pero si una que recomiendo a todo el mundo. Hay que decir que una de
las claves, si no la más importante y principal, del cine de terror
es que la película, el argumento y/o al menos los hechos, han de ser
mínimamente creíbles. Si la historia no te entra por los ojos, que
lo hagan los protagonistas, o al menos los monstruos o fantasmas de
turno, pero es muy difícil asustarse y tomarse en serio algo que, o
no te lo podrías creer, o sencillamente no se lo tragaría ni un
niño de 5 años.
Seamos sinceros, a estas alturas del
partido, cada vez nos asustamos menos (no solo como personas, sino
también como sociedad) y de hecho es muy raro que se haga cine de
terror sin explotar el mundo de los fantasmas de oriente. Quizás por
exótico, quizás por rico en espíritus, pero parece que es la nueva
mina del terror. Por mi, si consiguen hacer el resto como esta otra,
perfecto oiga. En cualquiera de los casos, hay que reconocer que la
película acojona (y eso es mucho hoy en día)
En el aspecto técnico, no hay muchos
reproches. Sin cámara en mano, los personajes cumplen con su papel
(algo cliché, pero son pocos papeles que no lo son y más en este
género), la dirección es correcta y puedes ver lo que pasa en la
habitación, aun cuando se va la luz (detalle que agradeceré
infinitamente y del cual espero que tomen ejemplo muchos directores
como, por ejemplo, Guillermo del Toro). Como digo una correcta
ejecución. Por desgracia el final pierde un poco de fuelle
(probablemente es lo más absurdo de la historia, habida la cuenta de
que hablamos de una historia de fantasmas), pero lo recupera a última
hora. No puede faltar el final abierto de turno, pero por otro lado
lo suficiente como para que no sea un simple y cantoso “continuará”.
Si bien creo que ciertos personajes que aparecen varias veces en el
film son muy poco realistas y creíbles en sí mismos, reconozco que
le dan un extra de intriga y suspense hasta el final, sin contar con
varias escenas “de susto” simples pero efectivas para mantener al
espectador en tensión.
Mi opinión: Muy recomendable