Lo mejor:
Comanchería: Notable neo-western tan cargado de crítica social como de humor negro, personajes vulgares y situaciones patéticas. Muy recomendable. ¡Viva Texas!
Las buenas:
Los odiosos ocho: Las dos majaderías anteriores de Tarantino me gustaron más bien poco así que con esta se la jugaba, y se terminó salvando. Western claustrofóbico cocido a fuego lento hasta la inevitable ebullición final que disfruté del primero al último minuto.
Las decentes:
El renacido: Arranca con un admirable virtuosismo visual y tiene el mérito de convertir al hostil y vasto paisaje en un personaje más de la acción, pero el excesivo metraje, su ritmo lento y sus gratuitos recursos oníricos le impiden ser la grandísima y épica aventura que merecía ser.
La habitación: Notable drama familiar que solo por la extraordinaria primera parte y la portentosa interpretación del crío merece la pena ver. Una pequeña gran película de la que cuanto menos se sepa mejor.
Brooklyn: Sencillo melodrama de estilo clásico potenciado por la brillante interpretación de una deliciosa Saoirse Ronan. De esas que si te toca verla con la novia no te duele especialmente. Correcta.
13 horas. Los soldados secretos de Bengasi: Michael Bay se nos pone serio e incluso moderado para lo que nos tiene habituados y nos regala una muy trepidante cinta bélica que hará las delicias de los fans del género.
El regalo: Inquietante y tenso thriller repleto de momentos incómodos. Muy digno debut como director de Joel Edgerton al que tras esta carta de presentación habrá que seguirle la pista.
Calle Cloverfield 10: Muy superior a su antecesora cuya única similitud termina en el título. Inmensa interpretación de John Goodman, personaje clave en esta historia narrada con buen pulso y cargada suspense.
Capitán América: Civil War: La mejor película de superhéroes del año. Enérgica, madura, ingenuamente lúdica y reflexiva en lo moral sin necesidad de caer en la ya tan manida oscuridad. Marvel sube un escalón más.
Trumbo. La lista negra de Hollywood: Tan convencional como solvente, el biopic del genial guionista goza de ritmo, interés y grandes interpretaciones donde sobresale un entregadísimo Bryan Cranston. Un film estimable y necesario.
Dos buenos tipos: Buddy movie de ambiente retro que en ocasiones roza la más absurda autoparodia y que depara un generoso puñado de buenos momentos gracias a sus ingeniosos gags y a la química existente entre sus protagonistas. Crowe y Gosling están sensacionales y te hacen rezar por una secuela.
El libro de la selva: Con diferencia el mejor remake de acción real que ha realizado Disney hasta la fecha. Cinta de frenéticas aventuras y entrañable fauna. De crío me habría flipado en extremo.
La bruja: Desasosegante y pausada fábula de terror bien interpretada, con una puesta en escena cuidadísima, creíble y una excepcional fotografía que nos remitirá a la pintura de Goya y de La Tour. Merece la pena. Abténganse los que vayan buscando sustos, no va de eso.
Green room: Pesadilla de aires ochenteros amenizada a ritmo de punk. Bastante brutal aunque no tan claustrofóbica y opresiva como me hubiera gustado (Sí, aún más).
La modista: Inefable western femenino protagonizado por una inconmensurable Kate Winslet. Simpática y atípica.
Expediente Warren: El caso Endfield: Notable secuela. Wan ofrece de nuevo un encomiable festival de grandes sustos pese a evidenciar las limitaciones y caer en los lugares comunes del trillado género. El excelente reparto y la estética setentera hacen el resto.
Warcraft: El origen: Fidelísima y correcta adaptación del célebre videojuego que se ve afectada en su desarrollo por unos más que evidentes recortes en la sala de montaje. Confiemos en que eso lo arregle una posible versión extendida. Los palos que recibió fueron bastante desproporcionados tratándose como es de un digno y ligero entretenimiento palomitero.
Eddie el águila: La Feel-Good Movie del año. Entrañable cinta con el inconfundible sello británico de Matthew Vaughn como se puede apreciar en su humor y marchosa banda sonora.
Star Trek. Más allá: La originalidad brilla por su ausencia, pero es más ligera, cómica y divertida que las anteriores ¡Y encima sin lens flare! Pues por mí que sigan así, ¡larga vida y prosperidad!
Blood Father: No cuenta nada nuevo pero se disfruta como si lo fuera gracias a la inimitable presencia del carismático Mel Gibson, al que muchos ya echábamos de menos. Macarra y paternalista road movie que agradará a los fans de la acción más desenfrenada. Ah, y la hija está mucho mejor morena.
La clase de esgrima: Películas de profesores inspiradores las hay a puñados y se rigen todas por las mismas reglas, cierto, pero no todas tratan sobre la esgrima y encima se desarrollan en la asfixiante URSS de Stalin. Film sobrio, convencional y por suerte con un sentimentalismo bien medido.
El asedio de Jadotville: Apreciable cinta bélica que además de entretener, lo cual logra con facilidad, posee un estimable propósito didáctico y reparador. Para pasar un muy digno rato. Buena macho movie.
Tarde para la ira: Furiosa ópera prima cuya tajante sequedad y sórdidos pasajes recuerdan al mejor Peckinpah. Notable.
Hasta el último hombre: El regreso de Mel Gibson a la dirección no ha decepcionado en absoluto. Su nueva película es tan agradecidamente clásica (¿Alguien dijo El sargento York?) que no cuesta nada imaginársela en blanco y negro, y en su brutal segunda mitad alcanza unas cotas de épica y tensión sin parangón con el resto de estrenos de este año. Una verdadera joya.
Rogue One: Pese a un inicio atropellado y unos personajes de cuyos nombres ni te acuerdas al salir, La nueva entrega de la saga galáctica salta al hiperespacio en su segunda hora y logra unos niveles de espectáculo, madurez y emoción que las precuelas y el episodio VII no llegaron ni a insinuar. Grata sorpresa.
MEH:
Maggie: Drama familiar con enfermedad terminal de por medio, en esta ocasión, una plaga zombie. La seriedad de la propuesta y el protagonismo de Schwarzenegger en un rol diferente a lo habitual son los dos rasgos más destacados de este olvidable film.
Legend: Película de gánsteres escrita con plantilla y que avanza a golpe de tópico dado que es incapaz de ofrecer nada nuevo al género. A destacar la doble interpretación de Tom Hardy, la banda sonora llena de viejos hits y poco más. Floja.
¡Ave, César!: A estas alturas los hermanos Coen van a su bola y filman películas para sí mismos. En esta ocasión se marcan su particular homenaje al Hollywood dorado, tanto dentro como fuera de la gran pantalla con una ambientación realmente excelente pero con un guión y algún que otro número musical muy poco inspirado. Prometía y merecía más.
Resucitado: La prometedora premisa se viene abajo a mitad de película y nuestra atención con ella. Fallida.
Triple 9: Un competente elenco repleto de caras conocidas y la recreación de una sórdida América callejera que explicaría perfectamente la victoria de Trump se ponen al servicio de un guión manido y predecible dando como resultado un film entretenido pero muy insatisfactorio. Mediocre.
La venganza de Jane: Tenía el reparto y los medios para ser un film como mínimo atractivo, pero su falta de chispa la termina condenando. Decepcionante venganza.
X-Men: Apocalipsis: Más de lo mismo, para lo bueno y para lo malo. La fórmula de Singer está ya más que agotada y eso se nota.
El hombre que conocía el infinito: Telefilmesca factura para un biopic no carente de interés pese a su rutinario desarrollo. Aprobado raspado.
Infierno azul: Me la pusieron por las nubes y vale, entretiene, cuenta con una fotografía estupenda y se agradece su breve duración, pero ya está. Digna evasión para un viaje en autobús.
Jason Bourne: La cuarta entrega de la saga más sobrevalorada de los últimos años insiste en dar más de lo mismo. Matt Damon alterando el tráfico urbano más que Carmena, un sicario chungo que le pisa los talones y un malo canoso que actúa desde los despachos. Fin, ya tienes tu película de espías seria y de actualidad, joven iluso, gracias por pasar por taquilla una vez más.
Las malas:
Deadpool: La película más "gamberra" del año fue incapaz no solo de arrancarme una mísera carcajada, sino de provocarme la más leve sonrisa. Penosa dirección y un humor de patio de colegio se juntan para ofrecer al espectador un pedazo de mierda del tamaño de Australia. Lamentable toda ella.
Batman V Superman. El amanecer de la justicia: Posiblemente la peor película del año. Una completa calamidad tanto narrativa como visualmente. Es preferible y mucho más divertido morir lentamente por envenenamiento radiactivo que volver a ver este ridículo truño infecto perpetrado por un director cada vez más inútil y excesivo. LO PEOR.
Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina de hielo: La secuela que nadie pedía resultó ser un refrito tan descarado de otras películas que daría perfectamente para un juego de chupitos. Impagable ese espejo maldito en plan anillo único. Hablar de bochorno es quedarse corto. Pocas veces se ha visto a tan excepcional trío femenino desperdiciar su talento en semejante chorrada.
High-Rise: Considerable peñazo que hará las delicias de aquellos que lleven gafas de pasta y estén suscritos a la Jot Down. El resto, por el bien de su salud mental mejor absténganse de esta torpe distopía.
La leyenda de Tarzán: ¿Orígenes? ¿Precuela? ¿Secuela? Ni idea, ni ellos mismos sabían lo que estaban haciendo y el resultado es un descomunal desastre narrativo donde la trama principal es constantemente interrumpida por unos innecesarios y pesados flashbacks. A eso hay que sumarle que la corrección política termina haciendo prescindible al propio héroe y que ese Congo digital no convence en absoluto. En Warner deberían empezar a despedir a gente.
Dioses de Egipto: Tan tontorrona y autoconsciente que ni ofende, sinceramente. Es en su horterísima puesta en escena (¡si incluso sangran oro!) y en sus desfasados efectos especiales de playstation 2 donde uno de verdad puede lincharla a placer. Olvidable.
Los hombres libres de Jones: Interesantísima historia arruinada por un guión que prefiere avanzar por caminos mil veces vistos y una dirección tediosa. Merecía mucho más. Gary Ross, eres tóxico.
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