Título original: Hell or high water
Dirección: David Mackenzie
País: Estados Unidos
Actores: Jeff Bridges, Chris Pine, Ben Foster, Gil Birmingham, Katy Mixon, Dale Dickey, Kevin Rankin, Melanie Papalia, Lora Martinez-Cunningham, Amber Midthunder, Dylan Kenin, Alma Sisneros, Martin Palmer, Danny Winn, Crystal Gonzales, Terry Dale Parks, Debrianna Mansini, John-Paul Howard
Año: 2016
Duración: 102'
Crítico: Harkness
Valoración:
Según la opinión general, el western lleva muerto ya varias décadas, desde que Clint Eastwood rodara Sin perdón en 1992, esa cumbre definitiva de toda una temática sobre el salvaje oeste, del género por antonomasia del cine estadounidense. Son muchos quienes argumentan que esta película prácticamente lo dice todo sobre el western, que supone su conclusión lógica tanto estética como temáticamente. Que tras algo así es imposible volver a hacer otro western, ya que todo está dicho y ya no se puede sino acudir al homenaje nostálgico y puntual.
Sin embargo, está claro que hay algo del western que no ha muerto. Si bien ya no se hacen este tipo de películas, su espíritu ha quedado dentro de cierto cine contemporáneo que recicla sus lugares comunes dentro de otros géneros. Un claro ejemplo lo tenemos en películas como No es país para viejos (Joel y Ethan Coen) y Una historia de violencia (David Cronenberg). Algo, por otra parte, nada sorprendente, ya que el cine “del oeste” no deja de ser una etiqueta bajo la que caben títulos de muy variada temática, tanto drama como aventura pura, tanto densidad como ligereza argumental.
Comanchería es un muy digno thriller, y al mismo tiempo, uno de estos westerns modernos (neo-western, para los más finos). Se trata de una propuesta sobria, sencilla, con un argumento y unos temas que no dicen ni aportan nada novedoso, pero que dan muestra de lo maleable que puede llegar a ser otro género emparentado con el western en cuanto a clasicismo; hablo del cine negro, que a través de las historias de siempre sobre delincuentes y detectives, es susceptible de documentar unas realidades muy concretas en cuanto a tiempo y lugar.
El entorno de Comanchería es la América rural, pobre y olvidada, que es también esa tierra mítica y de frontera, marco de las andanzas de aquellos héroes y villanos de antaño, indios, forajidos, etcétera. Al mismo tiempo, otra América muy distinta rivaliza con lo de siempre; la de los bancos, los casinos, la tierra de la libertad y de los sueños de prosperidad. Una América cuyas promesas sin cumplir han tenido como fatal consecuencia que el ocupante actual de la Casa Blanca sea... en fin, no hace falta decir quién.
Los dos hermanos protagonistas son atracadores de bancos. Son ese estadounidense medio, con el agua al cuello siempre, que no sabe cómo salir de pobre aunque le vendan lo contrario. Uno de los dos (Chris Pine) lo hace por un bien mayor, por darle a sus hijos la oportunidad de un futuro mejor, aunque no haya esperanzas para él. En cambio, el otro es un delincuente nato, un puro impulso salvaje de la naturaleza, como una moderna reencarnación de aquellos indios libres y belicosos de las grandes llanuras. En el lado contrario, tenemos al Nota metido a sheriff de la tercera edad. Su personaje está a mitad de camino entre el mundo la ley y el orden y el de fuera de la ley. Representante de la autoridad en un entorno más bien hostil, pero racista obstinado (son destacables las constantes réplicas y la relación de tirante camaradería que mantiene con el compañero) y conocedor del terreno. Las simpatías de la gente, con todo, están del lado de los primeros.
El argumento consiste en la típica persecución de policías y ladrones, y tal vez no destaca tanto narrativamente como estéticamente. De David Mackenzie solamente he llegado a ver la interesante Young Adam (drama próximo a la crónica negra, protagonizada por Ewan McGregor y Tilda Swinton). Diría que este señor sabe de encuadrar, y en el caso que nos ocupa, de incorporar música a las imágenes, con una banda sonora formada por canciones que luego buscarás en youtube si no las conocías. ¿Qué decir del desenlace? Sin ánimo de destripar nada (aunque da un poco igual), supone una encrucijada moral de difícil resolución; los personajes de Bridges y Pine juegan al gato y al ratón y terminan reconociéndose, de algún modo respetándose entre ellos.
En definitiva, nos encontramos ante una película especialmente recomendable para los degustadores del cine más clásico. Dudo que tenga perfil de película ganadora de Oscar, pero la nominación que tiene está bien merecida. Un thriller correcto, bien realizado, y que además ayuda a comprender los orígenes tanto económicos como sociales del panorama político estadounidense actual... desde luego, cine con la mirada puesta en el pasado, pero al mismo tiempo de una notable clarividencia.