Título: Baby driver
Dirección: Edgar Wright
País: USA
Actores: Ansel Elgort, Lily James, Jamie Foxx, Jon Hamm, Kevin Spacey, Eiza González, Jon Bernthal, Ben VanderMey, Thurman Sewell, Allison King, Lance Palmer, Keith Hudson, Patrick R. Walker, Hudson Meek, Troy Faruk
Año: 2017
Duración: 115'
Crítico colaborador: Daniel Pérez
Cuando parecía que Hollywood no tenía más que precuelas, secuelas, reboots y demás adaptaciones y refritos en el gran saco de películas "palomiteras" al que nos tiene acostumbrados su industria, llega Edgar Wright para escribir y dirigir la que posiblemente sea la película "palomitera" más original que hemos visto en mucho tiempo.
El
director de Scott
Pilgrim contra el mundo
demuestra como hizo entonces un gran cuidado a la hora de dotar a la
música no solo del protagonismo merecido si no de la capacidad de
definir el ritmo interno y externo de la obra, un
ritmo frenético que no deja minuto para el descanso.
El montaje radicalmente rítmico funciona a la perfección con una
película que ofrece puro entretenimiento aprovechando a su favor y
con mucho estilo los clichés ya conocidos de los géneros de acción
y crimen.
B-A-B-Y
de
Carla Thomas,
Easy de
The Commodores
o
Never
Never Gonna Give Ya Up de
Barry White son algunos de los temazos clásicos que nos acompañan
en esta frenética aventura de persecuciones, tiroteos y sobre todo
humor, porque Baby
Driver
al final funciona como una comedia rebajada con acción, crimen y
romance. Si algo consigue esta película es demostrar que a veces y
solo a veces el dicho "quien mucho abarca poco aprieta"
puede estar equivocado; Al igual que encontramos una riqueza musical
enorme entre los más de veinte temas que forman la música del film,
encontramos una riqueza audiovisual equivalente entre sus 120 minutos
de metraje.
A medio camino entre las absurdas persecuciones de The Blues Brothers y la épica retro de Drive, con un cuidado y agileza en el diálogo digno de Tarantino y un retrato de los personajes al más puro (y británico) estilo de Guy Ritchie, no hay nada que Baby Driver haga mal. La acción frenética y bien rodada alcanza niveles épicos con un concienzudo montaje de imagen y sonido idóneo para una película que tiene la música como principal protagonista. No tan relevante como el sonido pero también destacable, la dirección de fotografía se hace notar por el buen uso del movimiento y por la sabia decisión de rodar en analógico, las sensaciones que nos imprima la música del filme se realzan aún más con ese cálido y placentero grano que destaca en el 35 mm.
El elenco se mantiene al nivel de las expectativas con un Kevin Spacey, Jon Hamm o Jamie Foxx en la buena sintonía que nos tienen acostumbrados y un Ansel Elgort que despues de pasar por el maltrecho remake de Carrie o la saga Divergente demuestra estar a la altura de una película con bastantes más aspiraciones y personalidad que las anteriores.
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