Título original: Valerian and the city of a thousand planets
Dirección: Luc Besson
País: Francia
Actores: Dane DeHaan, Cara Delevingne, Clive Owen, Rihanna, Ethan Hawke, Herbie Hancock, John Goodman, Rutger Hauer, Kris Wu, Emilie Livingston, Aurelien Gaya
Año: 2017
Duración: 137'
Crítico: Harkness
Puntuación:
Vuelve Luc Besson, el franchute loco que desafió a Hollywood hace más de una década, en aquel intento por ofrecer un cine palomitero europeo capaz de competir con la todopoderosa industria del entretenimiento yanki, aún a costa de replicar sus códigos sin disimulo. Vuelve un hombre de cine, en definitiva. Alguien para quien la sutileza nunca ha sido la virtud principal, pero eso no le ha impedido ser etiquetado como “visionario” (un adjetivo hoy en día tan vendible como su cine), llevando alguna de sus películas la muletilla “...de Luc Besson” en el título, cual garantía de calidad y autoralismo (tal es el caso de su Juana de Arco, una versión de la vida de la santa sin mucho que ver con la de Dreyer ni con la de Robert Bresson... y jamás una letra de diferencia en un apellido marcó una diferencia tan abismal en dos creadores visuales, por lo demás, igual de franchutes).
Pero sobre todo, el bueno de Luc es conocido por ser el tipo detrás de El quinto elemento, ejercicio de sci-fi tan imaginativo como tronado, que fue masacrado sin piedad en el momento de su estreno, pero que poco a poco ha ido alcanzando un estatus de culto entre sus seguidores. Valerian y la ciudad de los mil planetas supone todo un retorno a ese cine exageradamente pulp y desprejuiciado. Se basa en Valérian y Láureline, un clásico del cómic europeo de finales de los sesenta, sobre una pareja de intrépidos agentes espacio-temporales cuyas aventuras transcurren en todo tipo de mundos fantásticos. Es decir, material muy apto para que este señor haga de las suyas y lo convierta en un delirio a la altura del que protagonizaron Bruce Willis y Milla Jovovich en 1997.
Estamos ante un espectáculo visual en toda regla, una película de blandiblup ambientada en el mundo de la piruleta donde el argumento es una nimedad, por momentos apenas una débil excusa para encadenar locuras y ocurrencias tan gratuitas como próximas a la genialidad. Abunda el detallismo visual, el gusto por el diseño cuidadoso de ambientes y criaturas, por construir visualmente un mundo, en definitiva, y por llenarlo de secuencias llamativas, aunque sean dignas de haberse metido un tripi en mal estado. Y es que, frente a un cine pajero dirigido a niñatos con adicción severa a la X-Box, el cine de Besson parece imaginado por un niño pequeño, es tontísimo, muy simple y de lo más inocentón... lo cual, por otra parte, no es malo, ya que se mantiene (al menos creo yo) una coherencia de estilo y de tono hasta el final. Si hubiera que poner ejemplos, yo diría que ésto sigue la estela de cosas como Flash Gordon y Barbarella, sin ir más lejos.
Lo peor que puedo decir es que los dos actores protagonistas (Dane DeHaan y Cara Delevigne, en la cresta de la ola ambos) son poco menos que un error de cásting, pues ella es una pedazo de modelo metida a actriz, con desiguales resultados, mientras que él no pega mucho con el papel de antihéroe cínico y vacilón... ambos son más bien inexpresivos, sosetes cual muñecos articulados de Mattel que hubieran cobrado vida repentinamente. Quién sabe si algo así era la intención primera de Besson. Otro punto criticable que señalaría es el plagiazo avataril que se marca nuestro amigo Luc... más sangrante en alguien que presume de ser un “creador de universos” con gran talento para la “imaginería visual” y todo eso que suele decirse.
Sin embargo, y frente al aluvión de malas críticas, mi opinión no deja de ser positiva, incluso muy positiva. Pues ante la borrachera de cinismo, seriedad y oscuridad que vivimos en la actualidad, frente a la idea de que cierto cine palomitero (¿alguien ha dicho DC?) debe poseer tales características para ser considerado “adulto”, “maduro” y “de calidad”, que desde luego es una absoluta falacia sostenida por idiotas pretenciosos que merecen morir lentamente, encuentro en Valerian una obra honesta y valiente, hecha por un tipo con las ideas claras y no por un puñado de ejecutivos en un estudio... de ahí que, por otra parte, esté imbuida del vértigo, de la personalidad, de la irregularidad incluso, que otros blockbusters tan correctos como ya rutinarios (ahora me refiero a Marvel) no tienen. Como pasa con toda propuesta arriesgada (al menos hasta cierto punto), prepárate para disfrutar como un gorrino en un lodazal si conectas con ella... de lo contrario, es probable que te resulte aborrecible del todo.