Título: Kingsman: El circulo dorado
Dirección: Mathew Vaughn
País: USA
Actores: Taron Egerton, Colin Firth, Julianne Moore, Halle Berry, Mark Strong, Jeff Bridges, Channing Tatum, Pedro Pascal, Sophie Cookson, Edward Holcroft, Elton John, Ayman Khechini, Alessandro De Marco
Año: 2017
Duración: 101'
Crítico Colaborador: David Hidalgo
En 2015, llegó a nuestras carteleras
“Kingsman: The Secret Service” de Matthew Vaughn. Fruto de otra
colaboración entre las mentes de Vaughn y de Mark Millar (ya
trabajaron juntos en la adaptación al séptimo arte de “Kick
Ass”), esta cinta supuso un soplo de aire fresco al cine de espías.
Deslenguada, violenta, hiperbólica y, sobre todo, divertidísima,
incluso logró articular un interesantísimo discurso sobre el
elitismo de las clases bienestantes sobre los más desfavorecidos.
¡De esta forma, se convirtió por méritos propios en una de mis
películas de acción favoritas!
Dos años después nos llega esta secuela,
envuelta por una astuta campaña publicitaria en la que apenas se ha
revelado información sobre el argumento. La cinta deja muy claro
desde un inicio que es de esas continuaciones que, usando a su favor
todo lo presentado y establecido en la anterior entrega, va a
arrancar a piñón desde el primer minuto. Por tanto, la secuencia de
apertura es una trepidante escena de acción que tiene lugar a bordo
de un taxi typical british. A partir de ahí, conocemos a los
distintos personajes que componen la trama, y se nos introduce en el
argumento que conduce el filme.
Algo que suele gustarme mucho de Matthew Vaughn
y de Jane Goldman, en tanto que guionistas, es que siempre logran
introducir una enorme cantidad de pequeños elementos que, en
principio, pasan desapercibidos, pero que acaban cobrando un sentido
global muy importante para la resolución de la trama. Además,
siempre suelen cuidar mucho que haya tiempo para que se produzcan
interacciones de calidad entre los personajes, para que los
conozcamos y para que conectemos emocionalmente con ellos, de una
forma u otra. De esta manera, el clímax de sus cintas gana mucho en
intensidad.
Dicho todo esto, lo primero que debo mencionar
es que “Kingsman: The Golden Circle” me ha gustado. He pasado un
rato de lo más entretenido con este film, haciéndoseme cortas sus
dos horas y veinte minutos de metraje. Y en más de una ocasión he
acabado soltando una carcajada al son del resto de la sala. Sin
embargo, pese a que en teoría todos los elementos están en su sitio
y listos para deslumbrar… esta segunda entrega se me ha antojado
excesiva. Excesiva y bastante tontorrona.
Me explico: cuando la trama es tan rocambolesca
que, al decirla en voz alta, suena a completa estupidez, muy bien
ejecutada tiene que estar para que no tengas un problema grave. En
este caso, no lo está, al menos lo suficiente. Y es que lo que me ha
entretenido y enganchado durante el primer visionado, ha fracasado a
la hora de dejar una impronta en mí. En lo emocional, la cinta
cumple y continúa desarrollando los arcos planteados durante la
primera entrega, así como estableciendo nuevos viajes interiores que
acaban culminando en un aprendizaje. Hasta ahí todo bien. Lo que no
acaba de cuajar es unir esto con perros mecánicos, una antagonista
risible y apenas desarrollada a la que Julianne Moore intenta dotar
de empaque con todas sus fuerzas, y la presencia de cierta
celebridad, cosa que como gag puntual es graciosa pero que acaba
cayendo en el puro exceso. ¡Y ya no hablemos de la abundancia de
deus ex machina, presentes en forma de gadgets para los
Kingsman y los Stateman!
La primera “Kingsman” se sostenía gracias
a un medido equilibrio entre tramas y subtramas, compensando la
balanza entre humor y momentos emotivos con mucha habilidad. El
villano, entonces interpretado por Samuel L. Jackson, podía resultar
caricaturesco debido a su ceceo, pero esa característica solo era un
gag aislado para dar personalidad a un personaje inquietante y de
notable inteligencia. Su secuaz, Sofia Boutella (el gran
descubrimiento de esta cinta), era letal, fría e incluso se permitía
tener réplicas ingeniosas. Aquí, tenemos a una antagonista llevada
al extremo, a un secuaz que “es malo porque sí” (y tiene un
brazo mecánico… qué sorpresa, igual que las piernas cortantes de
la secuaz en la primera entrega), un plan maestro con muchas lagunas…
En definitiva, se ha intentado coger los mismos números que en
“Kingsman” y que la suma diera un resultado mayor, estirando
demasiado el chicle en el proceso.
Se ha perdido muchísima frescura por el
camino, y eso se nota. Pero pese a todo esto, “Kingsman: The Golden
Circle” continúa ofreciendo muchísima diversión. La dirección
de Vaughn es creativa y logra que la historia avance a un ritmo
trepidante, sin tiempos muertos pero al mismo tiempo dejando espacio
para el desarrollo de los personajes; muchos de los gags son
afilados, con momentos puntuales para el recuerdo; las set pieces,
pese a carecer del factor sorpresa de la anterior entrega, siguen
siendo espectaculares y dejándonos con la boca abierta; también
podemos encontrar, subyaciente, una analogía sobre cómo los
Gobiernos dejan en la estacada a las víctimas del tráfico de drogas
por motivos electorales; y, por lo general, mantiene bastante el tipo
respecto a su predecesora.
Sin embargo, poniéndome puntilloso, el mayor
problema que tengo con esta cinta es que, pese a lo loable de sus
intenciones, no me ha dejado un poso considerable. Por más que se
esfuerce en replicar la magia de la entrega fundacional de esta
eventual franquicia (a juzgar por lo visto en la última escena), a
base de guiños y de repetir ciertas jugadas (Ejem, ¿de qué me
sonará esa pelea a base de plano secuencia?), lo que queda es una
comedia de acción y espionaje espectacular y funcional, pero con
exceso de personajes, de tramas y de tonos entremezclados sin
solución de continuidad (se pasa de lo trágico a lo épico, y de
ahí a la coña pura y dura, en apenas una fracción de segundo, y
así todo el film).
En conclusión, tal vez algo más de frescura y
de riesgo, así como de mesura en los elementos que la componen,
hubiera jugado a favor del nuevo trabajo de Vaughn. Es una buena
película y cumple con su cometido palomitero, pero a la postre se
siente algo fallida e incluso por pulir (¡Incluso hay una escena
clave en la que reciclan descaradamente una pista de la banda sonora
de “X-Men: First Class!). Para mí, un ejemplo de secuelas
modélicas son “The Godfather: Part II”, “The Empire Strikes
Back”, “Terminator 2: Judgment Day” o, más recientemente,
“Guardians of The Galaxy Vol. 2”: cintas que tienen los mejores
elementos de su antecesora, que evolucionan lo establecido hasta las
máximas consecuencias, y que al mismo tiempo se esfuerzan por
diferenciarse lo suficiente de las anteriores entregas. “Kingsman:
The Golden Circle” pasará por la Historia del Cine como una más
de tantas secuelas que se ven con agrado pero que se olvidan con
facilidad.
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