Volvemos con lo mejor, lo peor y lo MEH de 2017, otro año más
que queda atrás y nos deja cine de todo tipo. Mi balance particular
en general es bueno y con pocos títulos horrendos (he tenido la
precaución de esquivar cosas tan prometedoras -es un decir- como por
ejemplo Liga de la justicia), aunque también con un buen número de
pedos al viento y una notable ausencia de películas con las cuales
entusiasmarse realmente. Listos? Allá vamos.
LO BUENO
La la land: Nada nuevo que añadir al aluvión de críticas positivas y de elogios, bonito y tristón musical para todos los públicos con una arrolladora banda sonora y una dirección tan talentosa como efectista por parte del autor de Whiplash
Silencio: Sobrecogedora reflexión sobre la fe de un cineasta veterano y en plenas facultades, pese a su avanzada edad, una obra profundamente personal y una rareza en toda regla. Y nuevamente, exhibición maestra de dominio cinematográfico.
Train to Busan: Un fiestón con zombies surcoreanos en un tren... gozosa diversión de serie B muy bien realizada. Para aplaudir al final.
Múltiple: Retorno por todo lo alto de M. Night Shyamalan, con sus locuras argumentales, sus chistes rarunos habituales y una sobresaliente interpretación de James McAvoy.
Shin Godzilla: Otro retorno, el del saurio radioactivo japonés, en una película donde las apariciones del monstruo se alternan con constantes conversaciones y reuniones en despachos... y aún así, mantiene el interés.
Lady Macbeth: TOP 3 DEL AÑO. Estudio de las relaciones de poder en la Inglaterra rural decimonónica que pone los pelos de punta, dirigido como si fuera una sucesión de cuadros en movimiento.
Toni Erdmann: Gran revelación del cine europeo, comedia alemana de tres horas que, sin embargo, y pese a su extrañeza, cuenta una historia dulce y amarga que no olvidarás fácilmente.
Crudo: TOP 2 DEL AÑO. Obra maestra perversa y enfermiza, relato de terror lleno de humor negro, sobre la bestia interior y el descubrimiento del mundo de una joven que no es como las demás.
Moonlight: Mirada al racismo, a la homosexualidad, a las identidades complejas y mutantes de hoy en día, que va mucho más allá del típico y tópico dramón para ganar premios.
Loving: Más cine sobre negros, destacable por una mirada sencilla y clásica. Su acierto, retratar una lucha librada por gente corriente, pero cuya importancia adquiere una dimensión histórica.
Guardianes de la galaxia Vol. 2: Locurote de Marvel que deja en absoluta evidencia a su sosa predecesora, dirigido por un cineasta gamberro y que hace lo que le da la gana.
Spiderman Homecoming: Tal vez sea el retorno del hombre-araña que Marvel merecía, en lugar de los truñetes anteriores. Muy interesante el vistazo a la vida y conflictos personales de Peter Parker... y mención especial para uno de los mejores villanos marvelianos.
Valerian y la ciudad de los mil planetas: El visionario franchute Luc Besson nos trae un delirio psicotrópico digno de ser visto, aunque la segunda mitad de película caiga en cierto convencionalismo.
La seducción: Repartazo femenino para un buen drama de época, a la vez que intriga psicológica, sobre ese delicado misterio de la feminidad que tanto obsesiona a la directora de Lost in translation.
Star Wars. Los últimos Jedi: Me conformaré con decir, en medio del alboroto general y del caos de opiniones, filias y fobias de todo tipo, que me ha parecido bastante mejor que el Episodio VII y que los aciertos pesan más que los fallos en la balanza.
El autor: Más que curiosa (y maliciosa) combinación de intriga y comedia negra, que va sobre el fracaso, la inspiración, y en general, todo de lo que es capaz de hacer un escritor mediocre para alumbrar una obra maestra de la novela inspirándose en la realidad.
Déjame salir: Pequeña joya del cine de terror independiente, que echa mano tanto de elementos ya vistos como de otros más sorprendentes. Muy mala leche tiene su moraleja, sobre las nuevas formas que adopta la discriminación racial en nuestros días.
The disaster artist: Homenaje memorable al cine cutre y perfecta recreación del fenómeno The Room. La interpretación de James Franco del colgado Tommy Wiseau puede que sea insuperable.
Guardian's Inferno: TOP 1 DEL AÑO. Cuanto más veo esta pequeña, hipnótica joya de la caspa, más maravillosa me parece. Merece con todos los honores figurar entre lo mejor del año y de la década. Nunca olvidemos el profundo mensaje que contiene: “In this times of hardship, rememeber... we are Groot”.
LO REGULAR Y “MEH”
Mimosas: Cine religioso-trascendental hispano-marroquí de aventuras, con eso queda todo dicho. Tendría que darle una segunda oportunidad para ver si me termina de convencer semejante cosa.
Manchester frente al mar: Apuesta fuerte indie y dramática en los Oscars. Sobra música clásica pretenciosamente empleada y faltan unos sentimientos humanos demasiado ausentes como para calar en un servidor.
Logan: Muy bonito el plano final... lo que hay antes, sintiéndolo mucho, oscila entre una serie B del montón y una mini-serie comprimida en dos horas. Mi veredicto, no es para tanto.
Kong: Super-espectáculo simiesco que prometía una de bichos gigantes a la antigua usanza, y termina por predominar un fría y desaprovechada exhibición de digitaladas. Otra vez será.
La cura del bienestar: Me quedo con las estimables intenciones antes que con el atropellado resultado final de esta bizarrada zetosa, atmosférica y enfermiza de Gore Verbinsky.
Le llamaban Jeeg Robot: Lo mismo digno de esta delirante italianada de superhéroes que, cuanto menos, propone una alternativa de bajo presupuesto a lo que nos ofrece cada año Hollywood.
Wonder Woman: La superheroína a la que da vida la exhuberante Gal Gadot es, con diferencia, lo más digno que ha conseguido producir el calamitoso universo DC, pese a ser en el fondo un título de lo más olvidable.
Colossal: Colosal es lo que fumó Nacho Vigalondo antes de rodar ésto, una comedia de treintañeros irregular aunque diferente de lo habitual, con bichos gigantes de por medio.
Abracadabra: Pablo Berger es un director tan poco prolífico como libre y radical en sus propuestas (aquí, una comedia negra con fantasmas donde brilla Maribel Verdú), pero también parece un tipo que se quiere mucho (demasiado) a sí mismo y lo demuestra en cada plano.
Verónica: El hit de terror patrio del año me ha dejado más bien indiferente, pues más allá de sus aciertos técnicos y ambientación noventera, es más de lo mismo y no veo en ningún momento cumplidas sus intenciones de retratar los problemas de la adolescencia.
Blade Runner 2049: Tal vez el tiempo y posteriores visionados me ayuden a valorar mejor el ambicioso y frío remake de un título fundamental del cine moderno y la sci-fi.
Thor Ragnarok: Marvelada que he visto ya demasiadas veces, simpática pero rutinaria, adornada de un humor graciosete que intenta disimular lo absolutamente convencional que es todo.
JAVIER MARÍAS ECHÁNDOTE EN LA CARA EL HUMO DE SU PIPA CON DESDÉN
La autopsia de Jane Doe: Ridiculez supina con una primera mitad prometedora, sugerente, que desemboca en la arbitrariedad, en lo gratuito y en la tontería más absoluta. Mucha cara dura.
Dunkerque: Otro ladrillazo hiper-intensito del grandísimo artista del momento, que nos epata a todos con sus constantes clímax y sus brillantísimas lecciones de historia nacional british.
La momia: El esbirro del enano malvado J. J. Abrams nos echa a la cara, y sin que le hayamos hecho nada, un truño despiadado, que intenta ser nada menos que el inicio de un universo cinemático “oscuro” que no hay ni por dónde agarrarlo.
Rey Arturo: Guy Ritchie nos repite unos truquitos y clichés que hacían gracia hace dos décadas y que en 2017 producen vergüenza ajena, tanta como el insufrible videojuego digitaloide con el que nos castiga.
The greasy strangler: Inclasificable y grotesca comedia cuya única intención es ser lo más desagradable posible, que no tarda en agotarse a sí misma. La banda sonora continuará sonando en tus peores pesadillas.
Guardians: Plagio ruso cutrón de los Vengadores sin el menor interés, que ni siquiera resulta especialmente ofensiva... más bien queda en un intento triste de aprovechar la moda de los superhéroes.
MENCIÓN ESPECIAL
No es cine estrictamente hablando, pero Twin Peaks: The Return es algo así como lo nunca visto, lo que debió ser el auténtico desenlace de la serie original hace años, es decir, David Lynch en estado puro y desbarrando muchísimo, llevando lo más lejos posible sus obsesiones oníricas, hasta el punto de trascender todos los géneros imaginables, lo cómico, lo melodramático, lo policíaco, el terror puro... para ser, sencillamente, Lynch. Una obra inabarcable, un enigma que resonará eternamente en torno al misterio que inició la serie (quién fue el asesino de la joven Laura Palmer) y que todavía debemos asimilar. Pero por encima de todo, una experiencia visual distinta a cualquier cosa y que pulveriza cualquier expectativa que el espectador pueda tener.
WTF
¿Cuál ha sido la película del año que ha descolocado por completo mis esquemas mentales y me impide emitir una valoración sensata sobre lo que he visto? Sin duda, el premio al WTF del 2017 se lo lleva Darren Aronofsky y su (puñetera) Madre... en la crítica que hice en su momento me despacho a gusto con esta cosa de la cual no sé decir si me apasionó o me pareció algo aborrecible.
Y eso es todo por este año, nos vemos el siguiente y esperemos que este 2018 (ya empieza a vislumbrarse el final de la década) nos depare el mejor cine posible.
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